mi vida en un libro

«Quiero que mi vida sea de esas que se inmortalizan en un libro». Supongo que esa frase me ha acompañado toda la vida. Así que me preparé para ello desde que era pequeña y creía en los príncipes azules (aunque nunca supe realmente por qué tenía que ser azul el príncipe). Siempre teniendo cuidado de no ensuciarme demasiado, siempre atenta a los consejos de mamá y siempre con esos horribles vestiditos que hacían de mí una princesita.

Mi madre siempre quiso tener una muñeca para cuidar y a los 5 años daba clases de canto y de ballet, a los 8 era la más aplicada de clase y a los 18 era una celebridad en el instituto. Tenía mi cuarto relleno de trofeos escolares: al mejor poema, al mejor cuento, a la campeona de ajedrez, a la más guapa…, ¡a la mierda!

Iba a estudiar medicina, iba a descubrir la vacuna contra el cáncer que estaba consumiendo a mi padre. Le salvaría y saldría en todas las enciclopedias… pero todo se torció. Mi padre duró dos meses más y creo que ese fué el punto de inflexión de mis sueños. En casa el ambiente se hizo completamente irrespirable, la cocina, el despacho, las propias paredes. Todo estaba impregnado con el aroma de mi padre ya muerto. Mi madre se plantó un luto riguroso que yo no podía soportar. Fue entonces cuando conocía a Carlos. Era un poco mayor que yo y estudiaba ingeniería de telecomunicaciones.

Lo que son las cosas, mi madre imponiéndome una tristeza por un padre que no había sido excesivamente cariñoso ni conmigo ni con ella y, a los cuatro meses de conocer a Carlos ya estábamos casados, yo embarazada y con un saco de sueños rotos. El nacimiento de Lua fue lo único bueno que tuvieron esos 15 años aburridos de matrimonio y a los 32 estaba divorciada, con una adolescente en casa que me detestaba, una hipoteca y una miserable pensión de manutención que el cabrón de Carlos me regateaba.

Después de aquellos «maravillosos años» empezó mi «curso de reciclaje». Cursos de mecanografía, cursos de Office, cursos de contabilidad…, cursos de mierda que no servían para que una mujer de treinta y tantos con una hija a su cargo encontrara trabajo.

Al final encontré un puesto como administrativo en una empresa de cerrajería de Alcobendas, donde tengo una mesa estrecha en un despacho sin ventanas.

Lua se fue con el cabrón de su padre cuando cumplió los 18. Seis meses después murió mi madre y me quedé más sola que nunca. Y me encuentro aquí, en un ciber café escribiendo una esquela a la memoria de mi madre: «María de las Angustias Rodríguez Alférez, viuda de Alberto González Cazón, tu única hija no te olvida». Y me quedo pensando si es mejor morirse o estar muerta en vida. Pensando en ese libro sobre mi vida que se podría resumir en unas cuantas páginas en blanco (o en una miserable esquela de mierda)

12 comentarios sobre “mi vida en un libro

  1. El final, entre paréntesis, es cojonudo, impresionante, definitivo.

    La historia me ha parecido muy bien contada, pero como Klover, no puedo evitar que la protagonista me caiga un poco mal, porque también ella tiene parte de culpa en su desastre personal.

  2. Pues a mi me cae bien la protagonista. ¿Por qué tiene la culpa de su desastre personal? ¿eh? acaso no es la vida una mierda muchas veces? porqué hay que andar siempre simulando realidades? es tan raro estar triste porque se marchitan las ilusiones? no era el exmarido un capullo? no son los cursos de ofimática un asco? ni las mesas estrechas en despachos sin ventanas????
    Muy bueno, Eliseo, triste, pero bueno
    Besos,
    E.

  3. Pues no sería de ésas que se inmortalizan en un libro, pero sí en un relato que me ha mantenido muy atenta ;) Te has metido muy bien en el papel de la protagonista, aunque lo cierto es que es algo autocompasiva XD Igualmente, te ha quedado muy bien ;)
    Besos,
    Mun

  4. Y es que no se puede matar al mundo pero si reaccionar ante el y evitar que nos mate.
    Es increible como puede en una persona escribirse la vida de toda una sociedad, época, era o sistema de vida. Y que profundizando la esencia haya cambiado tan poco con el paso de los siglos. Si acaso la madera por el plástico. Pero menos mal que la esperanza es lo último que cambia, o que se pierde!
    plas! ;)

  5. pues vaya, me he quedado un poco a cuadros, ¿como se le pudo torcer tanto la vida a la pobre? la verdad es que mucha suerte no tuvo, pero lo que yo me pregunto es… ¿hubiera sido mas feliz siguiendo lo que los demas le imponian?

    bessos!

  6. Joder… qué buen rollo…
    Un poco de mala hostia se puede leer. Tan real como la vida misma, una mierda. Supongo que será así, que hay que ir muy fuerte contra corriente para que no y de todos modos, el destino te tiene en sus redes y juega contigo.
    Un placer pasarme por aquí,
    besotes de mango!

  7. Qué bueno, qué bueno, qué buen relato.
    Me ha gustado muchísimo. ¿Cómo has podido ponerte en la piel de una mujer así, con tanta «clarividencia»? Siendo Eliséo (por se hombre, y no te lo tomes a mal), claro… y dejar una impronta tan bien marcada de lo que es la vida de muchas, muchas, muchas mujeres… me has dejado impresionada porque, describir el interior de una mujer así, de forma tan «sencilla» no debe ser fácil.
    Está claro que tienes una gran sencibilidad, una buena capacidad de observación y un talento digno de resaltar para contarlo.
    ¿Lo de que sea en Alcobendas es por algo en especial? jejejejje
    Es que tengo una amiga allí.

    Mermelada de cerezas y muchos besitos.

    Queralt.

  8. Its like you learn my mind! You appear to understand so much approximately this, like you wrote the guide in it or something.

    I feel that you could do with some % to pressure the message home a little bit, however other than that, this is great blog. A fantastic read. I will definitely be back.

Deja un comentario